Buenos Aires de Rodolfo Rabanal
«Bajo el cielo lechoso del mediodía cálido, Buenos Aires le pareció hostil. Destestaba el fragor do tráfico,la impericia mal disimulada de los taxistas novatos, la desmedida confianza de los taxistas veteranos, las interminables charlas irónicas sobre la realidad política, el mal funcionamiento de los teléfonos, el gentío desbordante, a nueva raza de tipos hablando solos en plena calle a un teléfono celular móvil, del tamaño de un zapato permanentemente pegado a una oreja. Destestaba la solicitud la histérica alegría de los nuevos ricos que poplabam su barrio. Amaba la noche de la ciudad el umbral de la madrugada, o el declive descomprometido de la tarde del sábado (...) »
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